Es que estás atacao y yo no lo entiendo. A ver: vives en el puto primer mundo. Y por ello eres, te pongas como te pongas, un auténtico privilegiado. Si tanto estrés te provoca Europa múdate a África. Igual se te pasa. Y de verdad, que no te lo digo por mí. Que por lo que a mí respecta me da bastante igual porque además he renunciado a la antigua cutrez que suponía tratar de aliviar el dolor ajeno. Pero es que o eso o te acostumbras a ver como doy la vuelta cuando te veo de lejos. Mira, de verdad, si yo te creo cuando me cuentas todo lo que crees que va mal. Si es que además no te quito la razón, pero es que saltar a la mínima con cualquier cosa, va a ser que no tiene nada que ver con eso. Y de la misma manera que no me hago una radiografía si no la necesito, tampoco me expongo si nada me obliga a ello a esa otra clase de radiación.
Con todo el afecto y la compasión que puedo atesorar: si has leído esto y por un instante te has sentido aludido o aludida, recapacita. En ti se encuentra lo que te ocurre y de ti depende únicamente que eso pueda cambiar. Si repasas cualquier día y te reconoces irascible es porque te encuentras mal, lo entiendo. Pero ni yo tengo la culpa ni voy a hacer nada por contemplarte. Ayer hablaba de como lo que finalmente haces te acerca y te aleja de algunas cosas. Si no te sale de otra manera imita a quien quieras parecerte porque creas que le rodean cosas que te apetecen, porque algo hará para que así sea. Pero instalarte en ese otro estado no va hacerte ningún bien. Y si esperas por lo menos poder culparme por ello al final, que sepas que tendrás que hacerlo por correo. Porque lo que es delante de ti, no me vas a pillar.