Quizás algunos ya habréis estado pensando que el blog pierde fuerza después del ritmo de publicación inicial. No os lo reprocho si es así, porque tenéis razón… aunque por otra parte os equivocáis. Tenéis razón porque es algo que está ocurriendo y es inherente a las cosas que no suponen una parte fundamental de mi vida -está por ver que este blog vaya a serlo-. Pero también estáis equivocados si únicamente lo atribuís a eso porque está operando otra circunstancia para ese cambio en el ritmo. Me ocurre algo sorprendente cuando escribo con cierta profundidad sobre algo: lo amortizo y deja de interesarme volver a hablar sobre ello. Aunque sea para hablar del asunto de manera distinta. Sin importar como sea eso de evidente. Y me creáis o no, me intranquiliza ese efecto porque tiene implicaciones. Si resulta ser cierto, bastaría que escribiese sobre ti de esa manera para que dejases de interesarme. Y eso, si asumimos que la realidad que percibimos existe en la medida que está presente para nosotros, supondría que, automáticamente, dejarías de existir. Morirías. Inquietante ¿no? Como mucho podría salvarte que la teoría tenga una segunda parte pero que debo confirmar: en algunos casos tras la desaparición del interés, el asunto ha resucitado. Pero no para ocuparme de él como lo hacía antes. Si fuese así y te va a tocar a ti no me pondría contento antes de tiempo. Porque no significará lo que tu llamarías algo bueno.
Reconozco que todo esto me hace sentirme tentado a utilizar el descubrimiento sin reparos. Sobre todo por algo de lo que me di cuenta antes de ayer por la tarde. Veréis, otra de las razones porque las que la semana pasada he escrito poco es por una reunión que tenía lejos y para la que tenía que preparar algunas cosas. Me apetecía volver con tiempo al sitio porque viví allí hace unos años así que me fui el sábado. El domingo comí en un sitio alejado del hotel y volví caminando. Una hora y veinte más o menos a ritmo tranquilo. Durante el trayecto hubo un buen rato en el que apenas me cruce con nadie porque por grande que sea no deja de ser como cualquier otra ciudad a esas horas el último día del fin de semana. Y piensas. Y me di cuenta de que estaba pensando que me sentía de forma parecida a cuando vivía allí y llegaba el domingo por la tarde. Y entendí la razón y resolví el asunto. Lo que también entendí, es que había podido hacerlo porque al escribir sobre algunas cosas las había matado y ya no me salía pensar en ellas durante el paseo.
Y ahora, si tenías una piedra en la mano que pensabas lanzarme por no haber escrito la semana pasada, guárdala y da gracias de que no lo haya hecho. Podría haber escrito sobre ti.
Definitivamente Edu, eres un crack! Y sí, te hemos echado de menos!!
Si crees que hacerme la pelota sirve para algo… no puedes estar más en lo cierto. Gracias Sheila. Prometo mayor regularidad.