La semana pasada estuvo en Oviedo Ken Morse. Había visto en el periódico unos días antes de su visita un anuncio anticipándola junto con el día y la hora de la conferencia y, aunque recuerdo vagamente que me llamó la atención, por lo visto se me debió olvidar en seguida, porque no hice ni amago de ir. También es cierto que no tenía ni idea de quién es.
Ahora tampoco es que esté mucho más al tanto de su biografía, pero he visto las fotos del evento y el artículo que se publicó al día siguiente explicando los mensajes principales que transmitió y pensé que no estaría de más hablar sobre alguno de ellos.
«Tener clientes y vender es mucho más importante que la tecnología»
Cierto. Aunque resulta un poquito sobrecogedor que deba venir alguien del MIT para explicárnoslo. Si creo, de todas maneras, que las dice no tanto por venir de allí, sino porque tiene una edad. Aunque igual me equivoco y lleva diciéndolo toda su vida. Vale que de alguna manera, si la consideras tan importante en tu negocio, quizás te merezca la pena –cuidado con el ego- tangibilizar una imagen de marca que el cliente asocie con la tecnología. Pero, como me contaba que decía el padre de una chica que estuvo de prácticas un tiempo conmigo, “Yo no me engaño”. En función de lo que se trate, da igual que tropieces con gente de veinte o de sesenta. Si tratas de educarles en el uso de tecnología y no consigues vendérsela, salvo que estés en ese proceso de tangibilizar ante ellos esa imagen, no insistas. Si quieres que sean clientes tuyos no los obligues a cambiar. Cambia tú. En todo el sitio web de la empresa no menciono ni una sola vez por su nombre una solución tecnológica de las que usamos. De hecho nos definimos como una firma de base tecnológica, pero nada más. Y no será por tecnología: motores de bases de datos, herramientas de exploración OLAP, de reporting, de ETL, etc. Pero que las tengamos y que nos aseguremos de que cada persona que nos conoce sepa que si quisiera las podría tener al alcance, no quiere decir que no entendamos que en muchos casos prefiera en su lugar una solución distinta: una presentación con los datos en lugar de atacar personalmente los almacenes con la información. Y funciona.
«Los cuarenta años es la edad ideal para emprender; los más jóvenes deben buscar el apoyo de gente con canas o calva»
De dónde sacará la gente que para emprender debes tener menos de treinta años. Lo que conseguirás empezando con veinte es sin duda una experiencia inestimable… precisamente por la falta de experiencia. Y no: si tienes un trabajo por cuenta ajena que no te permita conocer cosas tampoco pienses que aun así adquirirás la experiencia que necesitas para hacerlo. El mix ideal para el éxito resulta de conocimientos suficientes sobre el asunto en el que deseas emprender y experiencia concreta en hacerlo. Si eres mayor y no tienes ninguna de las dos, pues es lo mismo que si tienes veinte años. Lo único que con esa otra edad quizás no te sea tan complicado reinventarte –esto variará con la persona, no con la edad-. Si tienes veinte y poca experiencia, sigue el consejo de Ken. Y si tienes el doble y poca experiencia emprendedora, sé al menos consciente de que debido a ello cometerás errores. En mi caso está vez es la segunda. La otra la cambié gracias a dios de rumbo muy pronto para trabajar algún tiempo más por cuenta ajena. He hice bien. Ahora que rondo los cuarenta empiezo a estar en condiciones de moverme con cierta seguridad en esto. Que le vamos a hacer. No es cosa de aquí. Este hombre y su consejo vienen del otro lado del océano. Hazle caso también.
Os dejo el enlace al artículo del periódico en que se citan cosas suyas que merece la pena leer sobre una cosa y la otra: http://www.lne.es/economia/2013/11/01/ken-morse-mit-clientes-vender/1492646.html