Hace unas semanas que oí pronunciar estas palabras con naturalidad por primera vez en mi vida. Fue durante la sobremesa de una cena en casa de unos amigos. Lo único malo es que las dije yo.
Me refiero a oirlas sin preámbulos ni epitafios. Sin tono ni pausas que moderen el efecto que sobre la autoestima supone utilizarlas. Bueno, sobre eso que llamamos «autoestima» y que en realidad no es más que ego mal entendido. Del que se cabrea como una mona cuando le metes en ese tipo de situaciones. El mío reacciono tal que así: «… la,ra,la,la… eh, espera, que alguien ha dicho que no habla inglés… ja, ja… pringao… un momento… ¿quién ha sido?… ¿¿¿¿QUIÉN HA DICHO ESO??? HAY DIOS!!! ¿¿¿NO HABRÁS SIDO TU??? ¿¿¿Y ESA GENTE??? ¿¿¿DE DONDE HA SALIDO ESA GENTE??? LO HAS DICHO DELANTE DE GENTE!!!… HAY QUE MATARLOS A TODOS!!! TIENES QUE MATARLOS!!! MÁTALOS!!! MÁTALOS!!!». Como en ese momento no le hice caso, salió al paso como de costumbre, explicándose a su manera lo que había sucedido: «… bueno, vale, a ver, mantengamos la calma, no pasa nada, ha sido solo eso, lo que acabas de decir, lo de eso del malentendido…». Animalico.
En realidad no estábamos hablando sobre idiomas, pero la verdad, fue la manera más amable que encontré para decir algo que si se comprende simplifica bastante esto de vivir: los asuntos, o se resuelven o se aceptan. Pero para cualquiera de las dos cosas tienes que tener un horizonte. No puedes dejar que se eternicen.
Y como os digo, para disgusto de mi ego, me pareció que el inglés era un buen ejemplo para explicarlo. Lo hemos estudiado en el colegio. Hemos ido a academias, a clases particulares, a la escuela de idiomas… y en muchos casos continuamos estudiándolo. Y seguimos sin hablarlo. Si es que no tiene sentido tratar los asuntos así… por cierto: no sabréis donde puedo comprar una pala ¿verdad?